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lunes, 20 de septiembre de 2010

Kafka. Una Cruza

 
..........Tengo un animal curioso, mitad gatito, mitad cordero. Es una herencia de mi padre. En mi poder se ha desarrollado del todo; antes era más cordero que gato. Ahora es mitad y mitad. Del gato tiene la cabeza y las uñas, del cordero el tamaño y la forma; de ambos los ojos, que son huraños y chispeantes, la piel suave y ajustada al cuerpo, los movimientos a la par saltarines y furtivos. Echado al sol, en el hueco de la ventana, se hace un ovillo y ronronea; en el campo corre como loco y nadie lo alcanza. Dispara de los gatos y quiere atacar a los corderos. En las noches de luna su paseo favorito es la canaleta del tejado. No sabe maullar y abomina de los ratones. Horas y horas pasa en acecho ante el gallinero, pero jamás ha cometido un asesinato.

..........Lo alimento a leche; es lo que le sienta mejor. A grandes tragos sorbe la leche entre sus dientes de animal de presa. Naturalmente es un gran espectáculo para los niños. La hora de visita es los domingos por la mañana. Me siento con el animal en las rodillas y me rodean todos los niños de la vecindad.

..........Se plantean entonces las más extraordinarias preguntas, que no puede contestar ningún ser humano: Por qué hay un animal así, por qué soy yo su poseedor y no otro, si antes ha habido un animal semejante y qué sucederá después de su muerte, si no se siente solo, por qué no tiene hijos, cómo se llama, etcétera. No me tomo el trabajo de contestar: me limito a exhibir mi propiedad, sin mayores explicaciones. A veces las criaturas traen gatos; una vez llegaron a traer dos corderos. Contra sus esperanzas no se produjeron escenas de reconocimiento. Los animales se miraron con mansedumbre desde sus ojos animales, y se aceptaron mutuamente como un hecho divino. En mis rodillas el animal ignora el temor y el impulso de perseguir. Acurrucado contra mí es como se siente mejor. Se apega a la familia que lo ha criado. Esa fidelidad no es extraordinaria: es el recto instinto de un animal, que aunque tiene en la tierra innumerables lazos políticos, no tiene uno solo consanguíneo, y para quien es sagrado el apoyo que ha encontrado en nosotros.

..........A veces tengo que reírme cuando resuella a mi alrededor, se me enreda entre las pierna y no quiere apartarse de mí. Como si no le bastara ser gato y cordero quiere también ser perro. Una vez -eso le acontece a cualquiera- yo no veía modo de salir de dificultades económicas, yo estaba por acabar con todo. Con esta idea me hamacaba en el sillón de mi cuarto, con el animal en las rodillas; se me ocurrió bajar los ojos y vi lágrimas que goteaban en sus grandes bigotes. ¿Eran suyas o mías? ¿Tiene este gato de alma de cordero el orgullo de un hombre? No he heredado mucho de mi padre, pero vale la pena cuidar este legado.

----------Tiene la inquietud de los dos, la del gato y la del cordero, aunque son muy distintas. Por eso le queda chico el pellejo. A veces salta al sillón, apoya las patas delanteras contra mi hombro y me acerca el hocico al oído. Es como si me hablara, y de hecho vuelve la cabeza y me mira deferente para observar el efecto de su comunicación. Para complacerlo hago como si lo hubiera entendido y muevo la cabeza. Salta entonces al suelo y brinca alrededor.

..........Tal vez la cuchilla del carnicero fuera la redención para este animal, pero él es una herencia y debo negársela. Por eso deberá esperar hasta que se le acabe el aliento, aunque a veces me mira con razonables ojos humanos, que me instigan al acto razonable.
 

martes, 14 de septiembre de 2010

                                          JUAN POLTI, HALF BACK      HORACIO QUIROGA
   
Cuando un muchacho llega, por a o b, y sin previo entrenamiento, a gustar de ese fuerte alcohol de varones que es la gloria, pierde la cabeza irremisiblemente. Es un paraíso demasiado artificial para su joven corazón. A veces pierde algo más, que después se encuentra en la lista de defunciones.
Tal es el caso de Juan Polti, half-back del Nacional de Montevideo. Como entrenamiento en el juego, el muchacho lo tenía a conciencia. Tenía además una cabeza muy dura, y ponía el cuerpo rígido como un taco al saltar; por lo cual jugaba al billar con la pelota, lanzándola de corrida hasta el mismo gol.
Polti tenía veinte años, y había pisado la cancha a los quince, en un ignorado club de quinta categoría. Pero alguien del Nacional lo vio cabecear, comunicándolo enseguida a su gente. El Nacional lo contrató, y Polti fue feliz.
Al muchacho le sobraba, naturalmente, fuego, y este brusco salto en la senda de la gloria lo hizo girar sobre sí mismo como un torbellino. Llegar desde una portería de juzgado a un ministerio, es cosa que razonablemente puede marear; pero dormirse forward de un club desconocido y despertar half-back del Nacional, toca en lo delirante. Polti deliraba, pateaba, y aprendía frases de efecto:
-Yo, señor presidente, quiero honrar el baldón que me han confiado.
Él quería decir blasón, pero lo mismo daba, dado que el muchacho valía en la cancha lo que una o dos docenas de profesores en sus respectivas cátedras.
Sabía apenas escribir, y se le consiguió un empleo de archivista con 50 pesos oro. Dragoneaba furtivamente con mayor o menor lujo de palabras rebuscadas, y adquirió una novia en forma, con madre, con madre, hermanas, y una casa que él visitaba.
La gloria lo circundaba como un halo.
"El día que no me encuentre más en forma -decía-, me pego un tiro".
Una cabeza que piensa poco, y se usa, en cambio, como suela de taco de billar para recibir y contra-lanzar una pelota de fútbol que llega como una bala, puede convertirse en un caracol sonante, donde el tronar de los aplausos repercute más de lo debido. Hay pequeñas roturas, pequeñas congestiones, y el resto. El half-back cabeceaba toda una tarde de internacional. Sus cabezazos eran tan eficaces como las patadas del team entero. Tenía tres pies, ésta era su ventaja.
Pues bien: un día Polti comenzó a decaer. Nada muy sensible, pero la pelota partía demasiado a la derecha o demasiado a la izquierda; o demasiado alto; o tomaba demasiado efecto. Cosas éstas todas que no engañaban a nadie sobre la decadencia del gran half-back. Sólo él se engañaba, y no era tarea amable hacérselo notar.
Corrió un año más, y la comisión se decidió al fin a reemplazarlo. Medida dura, si las hay, y que un club mastica meses enteros; porque es algo que llega al corazón de un muchacho que durante cuatro años ha sido la gloria de su field.
Cómo lo supo Polti antes de serle comunicado, o cómo lo previó -lo que es más posible- son cosas que ignoramos. Pero lo cierto es que una noche el half-back salió contento de casa de su novia, porque había logrado convencer a todos de que debía casarse el 3 del mes entrante, y no otro día. El 2 cumplía años ella y se acabó.
Así fueron informados los muchachos esa misma noche en el club, por donde pasó Polti hacia media noche. Estuvo alegre y decidor como siempre. Estuvo un cuarto de hora, y después de confrontar, reloj en mano, la hora del último tranvía a la Unión, salió.
Esto es lo que se sabe de esa noche. Pero esa madrugada fue hallado el cuerpo del half-back acostado en la cancha, con el lado izquierdo del saco un poco levantado, y la mano derecha oculta bajo el saco.
En la mano izquierda apretaba un papel, donde se leía: "Querido doctor y presidente: Le recomiendo a mi vieja y a mi novia. Usted sabe, mi querido doctor, por qué hago esto. ¡Viva el club Nacional!".

Y más abajo, estos versos:
"Que siempre esté adelante
el club para nosotros anhelo
Yo doy mi sangre por todos mis compañeros,
ahora y siempre el club gigante
¡Viva el club Nacional!"

El entierro del half-back Juan Polti no tuvo, como acompañamiento de consternación, sino dos precedentes en Montevideo. Porque lo que llevaban a pulso por espacio de una legua era el cadáver de una criatura fulminada por la gloria, para resistir la cual es menester haber sufrido mucho tras su conquista. Nada, menos que la gloria, es gratuito. Y si se la obtiene así, se paga fatalmente con el ridículo, o con un revólver sobre el corazón.

Quiroga, Horacio. Cuentos Completos Tomo II. Mdeo., Ed. Cruz del Sur, 2005.

jueves, 9 de septiembre de 2010

La Lechuza que sabía razonar


-¿Cómo será un elefante?- preguntó la urraca.
-No sé qué le ha dado a todos por los elefantes- dijo la lechuza-. Y cualquiera se pone a
opinar. Ya me enteré que por ahí un sapo anda diciendo que él sabe cómo son los elefantes.
-¿Y no sabe, doña lechuza?
-Qué va a saber, m´hijita. ¿No ve que eso es pura imaginación?
-¿Y usted sabe, doña lechuza?
-¡Claro! ¡Yo sé muchas cosas! Y eso me autoriza a decir cómo es un elefante. Se lo voy a
dibujar; amiga urraca, para que usted también lo sepa.
Y agarró un palito para dibujar en el suelo, diciendo:
-Lo fundamental es saber razonar. Esa es la fórmula. Ra-zo-nar. Yo sé algunas cosas
sobre los elefantes, mire usted:
1º Vive en el Africa.
2º Se usa como animal de transporte.
3º Es enemigo de los tigres.
4º Corre de una manera poco elegante.
5º Como las hojas altas de los árboles.
-No veo nada claro en todo eso –dijo la urraca-. No me lo puedo imaginar.
-No hay que imaginar, m´hijita, no hay que imaginar. Hay que ra-zo-nar. Ese es el secreto
del conocimiento. Y ahora le dibujo un elefante. Por todo lo que dije, es así:





-¡Quién lo hubiera dicho! –dijo la urraca-. ¡Por fin conozco un elefante!
-Todo es mérito de un profundo razonamiento y una simplísima deducción. Yo, m´hijita, le
dí todos los elementos.
-Pero a mí no me dice nada que viva en el Africa o que corra de manera poco elegante.
-Y sin embargo, eso dice mucho. El Africa es un lugar donde hace calor, y entonces, no
puede ser un animal todo lleno de pelos largos. Y corre de una manera poco elegante por algo
muy evidente, por tener las patas de adelante más larga que las de atrás. ¿O cree que puede tener
unas enormes patas gordas?
-¡Quién lo hubiera dicho! –dijo la urraca mirando atentamente el dibujo-. Así que tiene el
cuerpo como un caballo y un cogote largo, largo.
-Seguro. Y todo eso ya estaba explicado antes.
-No me acuerdo, doña lechuza.
-Ah, m´hijita, hay que razonar más seguido. ¿No le dije que era un animal de transporte?
Por eso es así, para que lo puedan ensillar como a un caballo. ¿O usted cree que a un animal le
van a poner una casilla encima?
-Ya veo, ya veo. Eso sí. Pero, ¿y las manchas de tigre?
-También lo dije: el elefante es un enemigo del tigre. Y ya se sabe, el mayor enemigo es el
que más se parece a uno mismo. Entonces éste debe ser un animal que tiene manchas como un
tigre, y el tigre se enoja cuando lo ve. ¿Está claro? Jamás podría ser de color gris.
-Sí, sí. Pero ese cogote tan largo. Eso sí que no entiendo.
-Y es lo más simple, y no podría ser de otra manera. Atienda, m´hijita, y aprenda a deducir.
Yo dije que se alimentaba de las hojas altas de los árboles...
-Y yo me imaginé un monito, que también como los brotes altos de los árboles.
-Bien imaginado. Muy bien imaginado. Pero mal razonado. Si este elefante tiene partas
como un caballo, no puede trepar a los árboles. ¿Y cómo podría hacer? De una sola manera. Eso
dice la lógica, de una sola manera: con un cuello muy pero muy largo. ¿O usted cree que puede
tener una trompa larga para cortarlos?
-¡Quién lo hubiera dicho! Amiga lechuza, usted me ha dado una gran lección. Ahora sé
como es un elefante.
-Por favor, m´hijita. Para mí es un placer enseñar –dijo la lechuza-. Y ya sabe, cuando
necesite algo, no tiene más que venir a preguntarme. Yo tengo una respuesta para todo.

Fuente:

domingo, 5 de septiembre de 2010

Poesía de José Martí

Versos Sencillos-1891

XXXIX-CULTIVO UNA ROSA BLANCA...

Cultivo una rosa blanca,
En julio como en enero,
Para el amigo sincero,
Que me da su mano franca.

Y para el cruel que me arranca,
El corazón conque vivo,
Cardo ni ortiga cultivo,
Cultivo una rosa blanca.

AZUL...


Regreso a Dariana


AUTUMNAL

Eros, Vita, Lumen

En las pálidas tardes
yerran nubes tranquilas
en el azul; en las ardientes manos
se posan las cabezas pensativas.
¡Ah los suspiros! ¡Ah los dulces sueños!
¡Ah las tristezas íntimas!
¡Ah el polvo de oro que en el aire flota,
tras cuyas ondas trémulas se miran
los ojos tiernos y húmedos,
las bocas inundadas de sonrisas,
las crespas cabelleras
y los dedos de rosa que acarician!

En las pálidas tardes
me cuenta un hada amiga
las historias secretas
llenas de poesía:
lo que cantan los pájaros,
lo que llevan las brisas,
lo que vaga en las nieblas,
lo que sueñan las niñas.

Una vez sentí el ansia
de una sed infinita.
Dije al hada amorosa:
--Quiero en el alma mía
tener la aspiración honda, profunda,
inmensa: luz, calor, aroma, vida.
Ella me dijo: --¡Ven!-- con el acento
con que hablaría un arpa. En él había
un divino aroma de esperanza.
¡Oh sed del ideal!

Sobre la cima
de un monte, a medianoche,
me mostró las estrellas encendidas.
Era un jardín de oro
con pétalos de llama que titilan.
Exclamé: --¡Más!...

La aurora
vino después. La aurora sonreía,
con la luz en la frente,
como la joven tímida
que abre la reja, y la sorprenden luego
ciertas curiosas mágicas pupilas.
Y dije: --¡Más!... Sonriendo
la celeste hada amiga
prorrumpió: --¡Y bien! ¡Las flores!

Y las flores
estaban frescas, lindas,
empapadas de olor: la rosa virgen,
la blanca margarita,
la azucena gentil y las volúbiles
que cuelgan de la rama estremecida.
Y dije: --¡Más!...

El viento
arrastraba rumores, ecos, risas,
murmullos misteriosos, aleteos,
músicas nunca oídas.
El hada entonces me llevó hasta el velo
que nos cubre las ansias infinitas,
la inspiración profunda,
y el alma de las liras.
Y lo rasgó. Allí todo era aurora.
En el fondo se vía
un bello rostro de mujer.

¡Oh, nunca,
Piérides, diréis las sacras dichas
que en el alma sintiera!
Con su vaga sonrisa:
--¿Más?... --dijo el hada. Yo tenía entonces
clavadas las pupilas
en el azul; y en mis ardientes manos
se posó mi cabeza pensativa...

[1887]

Explosión

Si la vida es amor, ¡bendita sea!
¡Quiero más vida para amar! Hoy siento
Que no valen mil años de la idea
Lo que un minuto azul de sentimiento.

Mi corazón moría triste y lento...
Hoy abre en luz como una flor febea;
¡La vida brota como un mar violento
Donde la mano del amor golpea!

Hoy partió hacia la noche, triste, fría,
Rotas las alas, mi melancolía;
Como una vieja mancha de dolor

En la sombra lejana se deslíe...
¡Mi vida toda canta, besa, ríe!
¡Mi vida toda es una boca en flor!

(De El libro blanco (Frágil), 1907)


"UN DANDY EN MONTEVIDEO
ROBERTO DE LAS CARRERAS
(Investigación de un personaje que realmente existió)

Por: Alejandra Giovanna Caino García

Clara García de Zúñiga era una mujer rica y extravagante del Río de la Plata.

Fue heredera de su padre Don Mateo García de Zúñiga un señor feudal de Entre Ríos, Argentina. A la edad de 15 años, Clara se casa con Jesus María Zuviría, acontecimiento que hará comenzar una serie de adulteiros hasta llevarla a los brazos de Ernesto de las Carreras, con quien tuvo un hijo , Roberto.

El abandono de su padre hizo que asumiera publicamente su condición de hijo ilegítimo y bastardo y viera con buenos ojos los adulterios de su madre, "mi madre fue la única gran señora de este pueblo... paseaba insolentemente sus conquistas por la faz de la miserable aldea"expresaba Roberto a su medio hermano Carlos García de Zúñiga.

Era el terror de los hombres casados de comienzos de siglo, claro no por sus preferencias sexuales, sino porque le gustaban rubias, morenas y/o pelirrojas pero casadas y de buena posición social. Roberto de las Carreras era el caballero rubio, alto, hermoso que en tempranas edades perseguía a doncellas y señoras por las calles y asediaba sus balcones con su desparpajo de Don Juan. "Ninfomaníaca del verso" y "el Don Juan Satánico", catalogaron a Delmira y a Roberto de las Carreras ciertas viejas damas de una sociedad de aire provinciano de comienzos del 900. Ambos representaron para el momento uruguayo un doble escándalo, Roberto hijo natural y Delmira por su poesía ardiente, de
vanguardia que muy pocos pudieron entender.

Con su belleza a cuestas y su flor en el ojal paseaba su insolente figura por ese Montevideo que terminaba en Ejido para la "gente bien" y que continuaba para los inmigrantes gallegos e italianos que venían a esta "tacita de plata " a hacerse la América.
Comenzó a escribir poesía en 1894 con poemas en donde se declaraba hijo ilegítimo, y en donde amenazaba con corromper a todas las mujeres casadas de la alta burguesía, además de burlarse del matrimonio. Era sin duda alguna, un jóven sensible y delicado, un poco enfermizo que tenía tras de si una infancia sin padre, pasando de manos de su madre a las de su abuela, quien lo crió.

En temprana edad al cobrar la herencia que le correspondía de su padre, fallecido en Bs. As., partió a Europa. Al regresar, se instaló en el Hotel des
Pyramides en la esquina de Sarandí e Ituzaingó, lugar donde además tenía sus amores. El Hotel Oriental, el Club Uruguay y el Café Moka, ubicado en Sarandí y Cerro (hoy Bartolomé Mitre) sentaba sus reales Roberto de las Carreras, con sus dos secretarios y su corte de amigos, uno de ellos Aurelio del Hebrón, quien sería conocido por todos como uno de los más famosos críticos Alberto Zum Felde. Fue además en el "Moka" donde de las Carreras fue baleado por un dolorido esposo que al no soportar las insinuaciones que le hiciera el dandy a
su esposa, le disparó.

Roberto no solo escribirá sobre las caderas y otras zonas adyacentes de las honorables burguesas montevideanas sino que además se imagina en encendida prosa a las mujers con poses de hurí, rompiendo una lanza por el amor libre.

Pero el dicho bien lo dice que a todo cristiano le llega la hora, es verdad, Roberto enamora a una menor llamada Berta Bandinelli y para evitar que la manden a un convento y perdiese la herencia, aceptó casarse con ella en octubre de 1901. El mismo día de la boda Robeto de las Carreras publicó en el diario anarquista "El Trabajo" una carta dirigida a Julio Herrera y Reissig (su amigo), explicandole los motivos de tal decisión .

En su obra "Amor libre, interviews voluptuosas con Roberto de las Carreras", reconoce que al regreso de su viaje a Buenos Aires encontró a su esposa en brazos de otro hombre, es una crónica formidable donde Roberto exalta sus cuernos y de iniciador al arte del amor libre, "al entregarse a otro hombre mi mujer no hace más que poner en práctica mis enseñanzas".

En 1905, publica "Psalmo a Venus Cavalieri", libro dedicado a una famosa mujer de la época que Roberto no conocía personalmente, y quien no vendría al Plata hasta 1920. Años posteriores, circa 1913, Roberto de las Carreras comienza a dar síntomas de perturbaciones que lo obligan a rcluirse en diferentes sanatorios y casas particulares. En 1963, al mismo tiempo en que se cumplían 50 años de la primera publicación de "Los cálices vacíos " donde certifica la madurez de la poesía de Delmira, amiga y coetánea suya, se cumplía también 50 años de la locura de Roberto de las Carreras y su cese contra su mundo, partiendo al infinito a los 90 años de edad.-"

Fuente: Este artìculo està citado textual de la direccion: http://www.escaner.cl/escaner20/cuentos.htm, se utilizarà como informaciòn para el estudio de la Generaciòn del 900.


Casa de Horacio Quiroga 3-San Ignacio-Misiones